Querida comunidad universitaria:

Hace casi exactamente un año me dirigí a ustedes para homenajear a los integrantes de nuestra comunidad que estaban dando la batalla contra el Covid-19, en las regiones Metropolitana y del Bío Bío, en una demostración de profunda vocación, valentía y generosidad. Después de 12 largos y agotadores meses nos vemos golpeados por una terrible segunda ola de contagios que ha confinado a casi todo el país.

A diferencia de 2020, en que la humanidad hacía frente a la pandemia con una suerte de épica, lo que hoy predomina es la frustración y el agotamiento físico y emocional. Por lo mismo, el desafío es aún mayor.

Los centros médicos están trabajando sin parar por sobre su capacidad hace ya mucho. La prueba ha sido durísima y el efecto de este cansancio se ha traducido en un aumento de licencias médicas en el personal médico de los hospitales, lo que trae aún mayor sobrecarga para quienes continúan dando la batalla en el sistema de salud.

Los habitantes de Chile observamos el avance del extraordinario proceso de vacunación, en el que nuestra Facultad de Medicina, liderada por el doctor Ricardo Ronco también ha jugado un rol relevante, que nos produce, a la vez, orgullo y esperanza. Orgullo de ver cómo nuestro sistema de salud muestra su fortaleza en la peor crisis en 100 años y esperanza de que la inmunización nos permita volver a una vida más normal en el segundo semestre de este año.

En estos días en que vemos las peores cifras de contagios desde que se inició esta pesadilla, mientras la población busca como adaptarse nuevamente al encierro, a nuestros profesores, médicos, internos, becados, enfermeras, kinesiólogos y estudiantes de carreras de la salud les toca luchar todos los días. Sin descanso. Porque el virus no da tregua. Porque tienen una vocación y un patriotismo profundos, que han quedado demostrados día tras día. Muchas veces me he preguntado como hacen para aguantar tanto. De dónde sacan fuerzas para resistir una batalla tan larga contra un enemigo tan implacable. También me he preguntado acerca del estrés al que están sometidas sus familias. Vaya para ellas también un saludo en este trance que les debe parecer injusto y eterno.

Por eso es que hoy día quiero darles nuevamente las gracias. Como Rector, pero también como padre de familia y como chileno. Quiero decirles que las circunstancias extremas que hemos debido enfrentar han servido para constatar su calidad profesional y humana. Y, finalmente, quiero reiterarles a nombre de nuestra comunidad, que nos sentimos admirados, agradecidos y orgullosos de la manera en que han respondido en las horas más difíciles. Estoy seguro de que en 20 años más, cuando esta pandemia sea solo un mal recuerdo, todavía se hablará de la batalla heroica que dieron.

Mientras tanto, yo espero poder homenajearlos presencialmente, como se merecen, una vez que las condiciones sanitarias así lo permitan.

Afectuosamente,

Federico Valdés Lafontaine
Rector
Universidad del Desarrollo